Violeta Parra.

Violeta del Carmen Parra Sandoval fue una cantante, compositora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada por muchos la folclorista más importante de Chile y fundadora de la música popular chilena. Era miembro de la prolífica familia Parra. (San Carlos (Chile), el 4 de octubre de 1917 – Santiago de Chile, 5 de febrero de 1967)

El aporte de Violeta Parra al quehacer musical y artístico chileno se considera unánimemente de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a muchos artistas posteriores, que continuaron con su ardua tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore del país y de Latinoamérica. Sus composiciones propias han sido elogiadas por críticos de todo el mundo, tanto por su compleja elaboración musical como por sus letras poéticas, ingeniosas y socialmente comprometidas. Sus canciones han sido versionadas por gran cantidad de artistas en Latinoamérica y el resto del mundo.

Contenido:

1. Los primeros años
2. Biografía
3. Llegada a Santiago
4. Los primeros viajes
5. Una chilena en París
6. Video
7. De vuelta
8. El final
9. Legado musical
10. Galería de fotos
11. Legado artístico
12. Exposiciones individuales
13. Exposiciones colectivas
14. Obras en colecciones particulares
15. Fundación Violeta Parra
16. Escucha “Al centro de la injusticia” de Violeta Parra
17. Curiosidades
18. Letra de: ” Albertio”

Los primeros años

Biografia

Violeta Parra nació el 4 de octubre de 1917 en San Carlos (Chile), en una humilde casa. Hija de Nicanor Parra Parra y Clarisa Sandoval Navarrete, junto con sus cinco hermanos y dos medio hermanos. Su madre se afanaba sobre la máquina de coser para cooperar a la mantención de la numerosa familia. Violeta sufría continuamente de enfermedades, incluyendo un ataque de viruela a los tres años. Cuando mejoraba, se divertía junto a sus hermanos en las aguas del vecino río Cautín y en los aserraderos y barracas del sector.

Hacia 1927, la familia viaja a Chillán. Durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, cientos de empleados fiscales fueron exonerados, y la madre de Violeta hizo lo imposible para mantener el hogar a flote cosiendo infatigablemente, lavando, vendiendo y comprando lo necesario.

Los niños revelaron precozmente su inclinación al espectáculo. Imitaban a los artistas de los circos que se instalaban en las proximidades del hogar. Se disfrazaban con atuendos de papel; Violeta y su hermano Lalo, cantaban a dúo y montaron varias representaciones por la que cobraban entradas a los niños. Violeta empezó a tocar la guitarra a los 9 años, mientras que a los 12 compuso sus primeras canciones.

Realizó los cursos primarios y estuvo un año en la escuela normal, pero abandonó los estudios y tuvo que trabajar en el campo para ayudar a su familia, ya que su padre enfermó gravemente. Los hijos de la familia lucharon por sobrevivir saliendo a cantar en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos, calles e incluso en burdeles.



Llegada a Santiago

Los problemas económicos se agravaron en gran parte, cuando el padre de familia falleció en 1931. Violeta se fue a vivir a Santiago a los 15 años, invitada por su hermano Nicanor, que estaba estudiando allí. Retomó los estudios en la Escuela Normal de Niñas, donde no se sintió a gusto, porque es el canto y no la escuela lo que le interesaba. Por ello, la abandonó y se presentó en bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio junto con su hermana Hilda, en un dúo de música folclórica llamado Las Hermanas Parra. Hicieron de este trabajo una fuente de ingresos.

En 1935, su madre y sus hermanos llegaron a Santiago y se instalaron en la comuna de Quinta Normal. Se casó con el empleado ferroviario Luis Cereceda en 1938, y con él tuvo dos hijos, que también se convirtieron en importantes músicos: Ángel e Isabel, que llegaron al ambiente artístico utilizando el apellido materno. El matrimonio, que vivió temporalmente en Valparaíso, no tardó en presentar inconvenientes, dado el carácter inquieto y lleno de distracciones de Violeta (que cantaba en botes del puerto, se presentaba en radios y se había unido a un grupo de teatro), que no se acomodaban al ideal convencional de esposa casera de Luis Cereceda. Se separaron en 1948. En 1949 nace su hija Carmen Luisa Cereceda Parra. En ese mismo año contrae matrimonio con Luis Arce y en 1952 nace su hija Rosita Clara. En la misma época, editó sus primeros discos junto con su hermana Hilda, para el sello RCA Victor. Se trataba de grabaciones en formato single de canciones populares chilenas, como “El Caleuche”, “La Cueca del Payaso” y “La Viudita”. El dúo funcionó de manera constante hasta 1953.

Fue posiblemente la soltería lo que impulsó a Violeta a continuar su labor creativa en diversos escenarios de la capital. A principios de la década de los 50, comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago, y por todo el país. En estas andanzas, conoció a diversos poetas chilenos, incluyendo a Pablo Neruda y Pablo de Rokha. Su hermano Nicanor la estimuló a asumir con personalidad propia la defensa de la auténtica música chilena, en contra de los estereotipos que hasta ese momento se manejaban. Es así como su repertorio, hasta entonces basado en valses peruanos, corridos mexicanos, boleros y cantos españoles, pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.

Esta labor de recopilación está plasmada en más de tres mil canciones, reunidas en un libro (Cantos Folclóricos Chilenos) y sus primeros discos en solitario, editados por EMI Odeón.

Los primeros viajes

Así, en 1953 grabó los exitosos sencillos “Casamiento de Negros” y “Qué Pena Siente el Alma”, que se convirtieron en dos de sus canciones más conocidas. Al año siguiente (1954), mantuvo en la Radio Chilena el programa Canta Violeta Parra, y ganó el Premio Caupolicán a la folclorista del año, lo que le valió una invitación para presentarse en un festival juvenil en Varsovia, Polonia. Aprovechó este viaje para recorrer la Unión Soviética y partes de Europa. Fue particularmente provechosa su estancia en París, ya que allí grabó sus primeros larga duración (Guitare et Chant: Chants et Danses du Chili, editado en 1956, y una serie de canciones grabadas que se editarían en diversas compilaciones posteriormente), que incluían exclusivamente canciones recopiladas del folclore chileno. El éxito obtenido en Europa era inédito para cualquier artista chileno, y Violeta se llenó de inspiración y creatividad.


Sin embargo, en París tuvo noticias de la muerte de su hija Rosita Clara. En 1958 regresó a Chile, y posiblemente para sobreponerse a la tragedia, su actividad artística se multiplicó. Cuatro discos suyos aparecieron en ese mismo período (Canto y Guitarra, 1957; Acompañada de Guitarra, La Tonada y La Cueca, todos de 1958), en la etiqueta de EMI Odeón, con varias de sus primeras composiciones. Acá asomaba la cantante preocupada de temas sociales (“Yo Canto a la Diferencia”), la brillante constructora de décimas y composiciones poéticas (“Verso por Desengaño”) y la musicalizadora de poemas (“Cueca Larga de los Meneses”, de su hermano Nicanor). Los discos se grabaron con el mínimo acompañamiento de una guitarra de madera, y en la actualidad se encuentran descontinuados, al igual que su álbum editado en Argentina (donde se censuró su polémica canción social “Por Qué Los Pobres No Tienen”) y el álbum Toda Violeta Parra, lanzado en 1960.
Además, su actividad artística se diversificó: trabajó en cerámicas, pinturas al óleo y arpilleras. Trabajó un tiempo en un museo de arte popular y folclórico que ella misma fomentó a crear en la Universidad de Concepción y luego viajó por casi todo Chile, ofreciendo cursos de folclore y recitales.

Una chilena en París.

Violeta se sentía más apreciada en el extranjero que en su propio país, porque en su patria, pocos en ese entonces, le tomaban atención a sus obras musicales. Entre 1961 y 1965 residió en Francia, continuando con su intensa actividad artística y constantes recitales, siempre intentando difundir el folclore chileno. Su residencia en París le sirvió para lanzar al mundo del disco a sus hijos Ángel e Isabel, con el mote de Los Parra de Chile, y para continuar con sus grabaciones (el notable disco Recordando a Chile (Una Chilena en París) incluye dos canciones compuestas y cantadas en francés, además de otros temas muy importantes de su carrera, como “Paloma Ausente” y “Arriba Quemando el Sol”; grabó, además, una serie de canciones para el sello Arión, en 1962, que surgirían en diversas recopilaciones con posterioridad). Es una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como “Violeta Ausente”.
En 1964, la chilena logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente en el famoso museo del Louvre. Escribió también un libro (Poesía Popular de Los Andes) y la televisión de Suiza filmó un documental sobre su trabajo (Violeta Parra, Bordadora chilena), que se constituyó en una de las escasas fuentes audiovisuales que hoy se conservan de la artista.
En este período forjó una firme relación junto al musicólogo y antropólogo suizo Gilbert Favré, el gran amor de su vida, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor (“Corazón Maldito”, “El Gavilán, Gavilán”, “Qué He Sacado con Quererte”, entre muchas otras).
Sus textos más combativos surgieron en esta época: canciones como “Miren Cómo Sonríen”, “Qué Dirá el Santo Padre”, “Arauco Tiene una Pena”, “Según el Favor del Viento” formarían la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones serían recogidas en las numerosas ediciones de Canciones Reencontradas en París.

De vuelta

En 1965 Violeta regresó a Chile. Instaló una gran carpa en la comuna de La Reina, con el plan de convertirla en un importante centro de cultura folclórica, junto con sus hijos Ángel e Isabel, y los folcloristas Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara, entre otros. A pesar de su bello sueño de convertir la carpa en un referente para la cultura de Chile, la respuesta no fue muy motivadora, y el público no la apoyó.

El final.

La incomprensión del público chileno fue uno de los factores que desencadenó su muerte. El final de su relación con Gilbert Favre, que se marchó a Bolivia en 1966 (originando una de sus canciones más conocidas, “Run Run Se Fue Pa’l Norte”) la dejó en un estado de ánimo muy vulnerable, lo fue a ver a Bolivia y lo encontró casado. Las últimas canciones que escribió se reunieron en el notable disco Las Últimas Composiciones, lanzado ese mismo año, grabado junto a sus hijos y al músico Alberto Zapicán, y que incluye sus himnos humanitarios “Gracias a la Vida” y “Volver a los 17″, además de otras canciones igualmente importantes y conocidas, como el “Rin del Angelito”, “Pupila de Águila”, “Cantores Que Reflexionan” y “El Albertío”, famosas hasta el día de hoy.
El 5 de febrero de 1967, a los 49 años de vida, y tras varios intentos fallidos, Violeta Parra se suicidó en la carpa de La Reina, dejando un legado de esfuerzo y sacrificio a Chile y el mundo. Resulta Paradójico que quién escribiera la canción “Gracias A La Vida”, todo un himno a la vida, terminara suicidándose sólo un año después de publicarla.
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Legado musical

Violeta dejó una gran cantidad de música inédita, que se ha ido conociendo en el último tiempo. Algunas de sus Décimas Autobiográficas (ya editadas en libro) habían sido grabadas con voz de Violeta, y fueron recopiladas en un Long Play editado por Alerce, en 1976, después se amplió a (Décimas y Centésimas) al igual que un concierto en vivo otorgado en Ginebra (Violeta Parra en Ginebra) y sus peculiares Composiciones para Guitarra, álbumes que vieron la luz en 1999.
Además del gran legado de sus propias grabaciones, Violeta Parra ha sido versionada por una innumerable cantidad de músicos chilenos, entre los que se cuentan Víctor Jara, Quilapayún, Illapu, Patricio Manns, Los Jaivas, Inti Illimani, (que, además de diversas grabaciones individuales de canciones de Violeta, ejecutó la obra de Luis Advis Canto para una Semilla, musicalización de las Décimas Autobiográficas de Violeta). Un tributo rock producido por Álvaro Henríquez y con la participación de artistas como Los Bunkers, Pettinellis, Lucybell, Javiera Parra (su nieta), Chancho en Piedra y Juanita Parra (baterista de Los Jaivas) que vio la luz en 2001 con el título de Después de Vivir un Siglo. Incluso baladistas populares como Myriam Hernández, Gloria Simonetti y Luis Jara han incorporado la música de Violeta en sus repertorios.
Pero sin duda lo que resulta un aporte real a la música es el rescate de la tradición musical chilena: el canto a lo divino (“El rin del angelito”, “Verso por una niña muerta”, por ejemplo), “El lamento mapuche”, sus canciones nortinas, sin dejar de lado su gran sensibilidad social en canciones como: “Mazúrquica modérnica”, “Rodríguez y Recabarren”, “La carta”, etc. Por todo lo anterior ella es considerada la madre del folklor latinoamericano.
Cabe destacar en el legado musical de Violeta sus interesantes composiciones instrumentales para guitarra, donde conjuga folclorismo y modernidad.
Una gran cantidad de canciones de Violeta han sido versionadas por sus hijos Ángel e Isabel, mientras que su nieto Ángel Parra Orrego ha editado un disco con las “anticuecas” en 1994, y Tita Parra lanzó una continuación de su trabajo de “décimas”, con el título de Centésimas del Alma en 1998.
Fuera de Chile y tanto en discos como en vivo, Violeta ha sido interpretada por destacados artistas como Óscar Chávez, el vocalista de Café Tacuba, Rubén Albarrán en su nuevo proyecto musical, Hoppo! (México), Soledad Bravo (Venezuela), Susana Baca (Perú), la cantante de Aterciopelados, Andrea Echeverri (Colombia), Mercedes Sosa, Charly García, León Gieco, Fito Páez, Pedro Aznar, Alberto Cortez (Argentina), Chico Buarque, Elis Regina, Milton Nascimento y Caetano Veloso (Brasil), Joan Manuel Serrat y Raphael (España), Silvio Rodríguez (Cuba), Joan Baez (Estados Unidos), Robert Wyatt (Inglaterra), Holden (Francia), entre otros.
Violeta es mencionada en el tema Canción Protesta de la agrupación colombiana de Rock, Aterciopelados (en su disco Oye de 2006), dentro de las figuras musicales más representativas de causa y compromiso social, nombrada junto a varios íconos del género; como su gran compatriota, Víctor Jara, además de Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, León Gieco, Milton Nascimento, John Lennon, Joan Baez, Manu Chao entre otros. Cabe también destacar que el poeta, cantante y compositor español Joaquín Sabina le dedica el último tema de su último disco: Vinagre y Rosas (2008). La canción se titula “Violetas para Violeta”, una libre adaptación de su tema, La carta, que también grabó junto a Mercedes Sosa en su disco “Cantora”.

Legado artístico
Exposiciones individuales

* 1964: Exposición individual del cuerpo humano Louvre, París, Francia.
* 1970: Recordando a Violeta Parra. Instituto Cultural de Las Condes, Santiago.
* 2003: Óleos de Violeta Parra, Palacio Consistorial de la I. Municipalidad de Santiago, Santiago.

Exposiciones colectivas

* Ferias de Artes Plásticas al aire libre, Museo de Arte Contemporáneo, Universidad de Chile, Santiago.
* 1959: Exposición pictórica en Buenos Aires, Argentina.
* Exposición en Ginebra, Suiza.
* 2010 : voces se unen con la canción gracias a la vida por la tragedia que afecta a la zona centro sur de chile.


Obras en colecciones particulares 
* Velorio de Angelito, bordado sobre tela, 27 x 41 cm
* La Hija Curiosa, óleo sobre madera, 36 x 46 cm
* El Machitún, óleo sobre madera, 31 x 46 cm
* Contra la Guerra, bordado sobre arpillera, 144 x 192 cm
* Combate Naval I, bordado sobre arpillera, 225 x 130 cm
* El Circo, bordado sobre tela
* Árboles Coloridos, óleo sobre madera, 46 x 23 cm
* La Cantante Calva, 1960, bordado sobre yute natural, 136 x 46 cm
* Leyendo El Peneca, 1965, óleo sobre madera, 51 x 73 cm

Fundación Violeta Parra

Con el objeto de rescatar la figura y el legado de Violeta Parra, se creó la Fundación Violeta Parra en julio de 1991. Presidida por su hija Isabel Parra, busca “reunir, organizar y preservar su obra; proyectarla en Chile y en el exterior para que puedan acceder a ella estudiantes, artistas y público en general”.
Escucha “Al centro de la injusticia” de Violeta Parra utilizando el siguiente reproductor:

Curiosidades 

Un mito urbano atribuye el suicidio de Parra a causa de un amor no correspondido por el cantante Pedro Messone, sin embargo el propio cantante lo ha desmentido basándose principalmente en la gran diferencia de edades de ambos.

Letra de: ” Albertio” 

Yo no sé por qué mi Dios
le regala con largueza
sombrero con tanta cinta
a quien no tiene cabeza.

Adónde va el buey que no are,
responde con prontitud,
si no tenéis la contesta
prepárate el ataud.

Vale más en este mundo
ser limpio de sentimientos,
muchos van con ropa blanca
y Dios me libre por dentro.

Yo te di mi corazón,
devuélvemelo enseguida,
a tiempo me he dado cuenta
que vos no lo merecías.

Hay que medir el silencio,
hay que medir las palabras,
sin quedarse ni pasarse
medio a medio de la raya.

Yo suspiro por un Pedro,
cómo no he de suspirar,
si me ha entregado la llave
de todo lo celestial.

Y vos me diste el secreto
de chapa sin cerradura,
como quien dice la llave
del tarro de la basura.

Déjate de corcoveos,
que no nací pa´jinete,
me sobran los Valentinos,
los Gardeles y Negretes.

Al pasito por las piedras
cuidado con los juanetes,
que aquí no ha nacido nadie
con una estrella en la frente.

Discreto, fino y sencillo
son joyas resplandecientes
con las que el hombre que es hombre
se luce decentemente.

Alberto dijo me llamo,
contestó lindo sonido,
más para llamarse Alberto
hay que ser bien "albertío".

EL INTERÉS de los jóvenes por el folclore y específicamente por Violeta Parra, tiene mucho de intuitivo. Al no poseer una memoria afectiva ligada a su música (ya saben de quienes fue la culpa) y no crecer con sus discos, los vacíos y lagunas son numerosos. Hay algo que se pierde entre madurar con sus canciones que bajárselas por mediafire.
Y ese algo es lo que este libro viene a repara en parte.
Publicado originalmente en 1985 en Madrid, El libro mayor de Violeta Parra presenta fotos, cartas, obras artísticas (arpilleras, óleos), manuscritos, poemas y abundante material inédito. Este libro, de Ediciones Michay y de modesto tiraje, nunca se había publicado en Chile. Esta edición de Cuarto Propio, notablemente aumentada, incluye nuevo material como escritos de la compositora en Argentina (1961) antes de la segunda gira por Europa y cartas con el músico suizo Gilbert Favre. “¿Me quieres, Chinito? ¿Donde está tu pensamiento? Y ahora te duelen los huesos y no puedo cuidarte”, escribe.
El libro mayor funciona por la fragmentación. Como si su misión fuera específicamente llenar esas lagunas de olvido y mala leche: es inexplicable la sostenida indiferencia hacia la folclorista. La vemos sonriente, cariñosa, incluso mandando acordes de canciones por carta. Llevándonos a ese mundo del folclore de la mitad del siglo XX, tan desconocido para nosotros. Notable es la conferencia “El canto popular” dada en la Universidad de Concepción en 1960, donde ella andaba “con la cuerda” y el público escuchaba asombrado sus anécdotas con los cantores populares. Y ella, como la mejor comediante, “tiraba la talla” en el momento justo.
Para enriquecer estos fragmentos, se encuentran textos de Nicanor Parra, Silvio Rodriguez, Gonzalo Rojas, el historiador Gaston Soublette, las folcloristas Margot Loyola y Silvia Urbina. Además, en la parte final viene una cronología y el catálogo de su obra tanto musical como visual.
Pero lo que más impacta es como nos sumerge en la mente y el contexto que rodeaba a la compositora, ese Chile rural, mapuche, misterioso, violento,  amable, telúrico e indiferente que aun seguimos viviendo. Basta ver cómo nos afloró todo eso después del terremoto.
Si bien el libro es rico enanécdotas como Lalo Parra peleandose con un tipo que piropeó a Violeta (y ella tuvo que terminar defendiéndolo), testimonios o transcripciones como la increíble charla en la Universidad de Conce, es cuando Violeta habla que uno no puede entender como fue ignorada. Posiblemente este libro, de cuidada edición y de grandes hallazgos como las fotografías aca expuestas, era el documento que faltaba y que necesitábamos.

VIOLETA EN PRIMERA PERSONA
(Y ALGUNAS VOCES QUE LA RECUERDAN)
En Alemania, Isabel y Angel bailando cueca. Al fondo violeta y su nieta Tita.
CHILE, EL MEJOR LIBRO DE FOLCLORE. “Cuando me iba a imaginar yo que al salir a recoger mi primera canción, un día del año 53, en la Comuna de Barrancas, en Santiago, iba a aprender que Chile es el mejor libro de folclore que se haya escrito. Cuando aparecí en la Comuna de Barranca a conversar con doña Rosa Lorca me pareció abrir este libro”. Citada por Victor Casaus, La Habana 1985, página 14.
POLÍTICA Y CANCIÓN. “En Chile hay periódicos que no son amables conmigo: los de derecha, de la burguesía. Yo soy una mujer del pueblo, y cada vez que me ocupo de política esas personas se enfadan conmigo. Quisieran que fuese solamente cantante. Pero hay personas muy abirrtas en la burguesía que me aprecian. La tarea a realizar es unir a todo el mundo, y los enemigos a veces son más interesantes que los amigos. Página 45
GRABAR EN EL CAMPO. “Tengo cajas llenas de cintas magnetofónicas grabadas en el campo, llenas de canciones interpretadas por los campesinos que acompaño a la guitarra” Página 54.
En el campo recopilando canciones.
INDIOS. “(…) mi abuela era india, mi abuelo era español, así que yo tengo un poquito de india. Estoy enojada con mi madre porque no se casó con un indio. De todas maneras, ves tú como yo vivo… un poco como los indios”. Página 55
VIAJERA. “La veo en Lota a la siga de Escámez (pintor chileno), comprándose zapatos para la fiesta, en Lebu, en Puerto Montt comiendo pescado vivo recién llegada de Reloncaví, en el Huasco pipeño y aceitunas, en Taltal, en Cavancha, párrafos y más párrafos geográficos, geológicos de nuestra loca geografía. Si conoció el rotaje como nadie también lo vio por dentro al pitucaje y lo descifró con ese humor incomparable. Regaló desinhibición en un país de perros apaleados y caballeros figureros, en el decir huidobriano. ¡Y que coraje, que salud, sin insistir en el “Gracias a la vida”!”. Gonzalo Rojas, página 87.

PINTORA. “Ese mundo de la Violeta pintando era simplemente esplendoroso. Me parece que ella era muy feliz pintando. Se le olvidaba todo, se relajaba, se metía en cada cuadro, se los vivía, porque pintaba varios simultáneamente. Se volcaba en los colores y el óleo, en el olor, luchando por dominar esa técnica. Los personajes, los patacones gruesos de pintura, los detallitos; y, lo mejor de todo, el momento de ponerle el blanco a las pupilas de los ojos. Yo estaba ahí, extasiada de esa magia, de esa vida inventada por ella que era visible. Yo lo sabía, lo sentía, lo presentía: me daba cuenta perfectamente que la Violeta era especial y única”. Tita Parra, página 115.

TANTA GENTE INDIFERENTE. “Una noche estuve con Violeta Parra en su Carpa de La Reina, y no acudían espectadores a pesar que la carpa era una variada caja de maravillas. Me contó cuánto le había costado construir todo esto. La Municipalidad le había cedido un terreno. Era un solar abandonado que en invierno se transformaba en un barrizal. entonces ella se dijo: “Aquí levantaré un Centro de Arte Popular. Aquí se escucharán las canciones desconocidas, las que brotan de las mujeres campesinas, las quejas y alegrías de los mineros, las danzas y la poesía de los isleños de Chiloé”. Los planes de Violeta, sin embargo, se estrellaban contra la dura roca de la indiferencia. Pocos eran los que le tendían la mano”. Cita del diario El Siglo, Santiago, septiembre de 1966, página 206.

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